

Bien. Llegamos a Grecia provenientes de Inglaterra, tras hacer una breve escala, hace 7 años. Grecia se preparaba con ímpetu para las que serían las Olimpiadas del 2004 y ya había impresas camisetas y demás souvenirs, se encontraban construyendo más estaciones de metro, estrenando algunas muy hermosas y prácticas, contruyendo también un nuevo aeropuerto y aprendiendo muchos idiomas en preparación para la afluencia masiva de turismo internacional. Todo esto a pesar de que faltaban cuatro años. En verdad, tal parecía que las Olimpiadas serían al día siguiente.
No conocimos muchos lugares, pues estuvimos poco tiempo y el transporte griego no es del todo efectivo, sobre todo debido a las distancias, pero los sitios que conocimos nos dieron a probar el sabor justo de la belleza mítica de este magnifico país.

El 28 de abril del 2000, nos dirigimos sin gran expectativa a un pequeño lugar que no se encontraba en mi guía y que en la guía de Fer no tenía dedicado ni una página entera. Pero que nos fue recomendado por el papá de Katerina, mi amiga y anfitriona. Tomamos un camión rumbo al Cabo de Sunión [Σούνιον] (en algunos lugares llamado y citado Cabo Sounio, Sunio, Sounion, etc...) Después de recorrer cerca de 65 kilómetros desde Atenas, nos aproximamos a lo que parecía un simple acantilado con vista al mar Egeo. Al bajarnos del camión comenzamos a caminar rumbo a las ruinas del tempo de Poseidón [Ποσειδῶν] que se encuentran justo en la orilla de este cabo. Al llegar ahí, caminar sobre esas rocas y esa tierra, al sentir el poder del viento helado, te das cuenta de que no estas en un simple acantilado, no es un lugar común pues tiene un poder que sólo puedes conocer en su totalidad cuando miras directo al mar y sientes el viento sobre tu cara y mientras descubres las tonalidades de los azules y verdes intensos que se crean en el agua que parece traerte al encuentro con el mismísimo Dios de los Mares. Es un lugar al que espero regresar... no sé si lo haga, pero es mi deseo, me gustaría poder permanecer ahí un poco más tiempo del que estuve en mi primera vez.

Posterior a mi visita a este impactante lugar, escribí un texto que ahora comparto con ustedes, la cursilería de estas líneas es el resultado del amor que desde que lo conocí, me provocó este lugar.
Sunion
Poseída por mi deseo camino tu espacio, acaricio tus rocas, tus ancianas columnas en ruinas, casi desconocidas. Durante el arrobo incitado por tu magnificencia miro los violentos colores que tus dominios despuntan en inimaginables verdes, azules y guindas. Recuesto mi cuerpo sobre tu fértil tierra soleada, antigua, inmortal, entregándome al momento en que el viento álgido susurra a mi oído dulces mensajes de inagotable alegría. Amorosa ceremonia. Idilio perfecto. Largo fue el camino y la esperanza ciega hasta llegar el punto de equilibrio que logra mantener la paz del alma y la sonrisa etérea, a través de ti, sobre tus tierras y desde que te viví, lejos de ellas cuando a mí regresas, en un sueño, en el fantástico ensueño de Poseidón, magnífico Dios.
Esa es la Mariana del 2000 en una foto tomada en el hermoso lugar que les comparto, por mi amigo y compañero de viaje, Fer, quien además mañana cumple años.
¡Felicidades Fer! Este post va dedicado con caiño y agradecimiento para ti. ¡Qué genial fue pasar aquella vez tu cumpleaños en Grecia, rodeado de tanta belleza! Gracias por los recuerdos lindos que me permites traer a colación por medio de tu magestuosa memoria.
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Finalmente para ponernos a tono les comparto algo del pop griego que estaba de moda en el año 2000, mientras Fer y yo nos encontrábamos visitando aquellas tierras. To kati, por Kayti Garbi.
Ahora paso la estafeta a:
Susana, Yaoteka, Miss Brightside, Maquiavélica, El Mikke. (Y a Fer, también como regalo de cumpleaños)