martes, 24 de junio de 2008

Incomodidad...

Resulta que me descubro incómoda. Incómoda con los espacios en los que me muevo y en los espacios en los que estoy, incómoda incluso (aunque ya no tanto) dentro del cuerpo que habito. El problema con la incomodidad que siento con mi cuerpo puede deberse a un reflejo de las incomodidades que mencioné anteriormente. No me muevo con libertad en la ciudad. Creo que sufro mucho los trayectos en pesero, incluso cuando camino no siento plena amplitud para realizar mis movimientos. El encuentro con la gente y el tener que compartir espacio vital con las y los demás no me resulta grato porque siento que cada quién mide su espacio y siempre lo sobrepone al de las otras y los otros. Yo siempre me muevo para que los demás pasen, yo siempre me hago a un lado para que los demás se sienten, me pongo en situaciones incómodas para que los demás pasen, caminen, se acomoden pero no percibo que nadie ofrezca cierta comodidad a cambio. Me agoto de incomodarme por los demás... me siento por lo mismo incómoda conmigo misma. Mi lugar de trabajo cada vez es más incómodo. No tengo posibilidad de hacerlo mío (tal vez sea una ventaja). Los cables pasan bajo mis pies, me tropiezo a cada paso para sentarme o alejarme de mi silla, la cual casi no se mueve y no me permite estirar mis piernas. Trato de buscar una solución pero no logro darme un espacio cómodo... y aún así las incomodidades emocionales también cuentan. En casa... más o menos... sólo el orden de las cosas me gustaría que fuera más propicio, pero ahí sí tengo en mis manos claramente la solución, no me molesta tanto, ya que sé que ahí sí tengo mucho por hacer para facilitarme mis espacios. Por lo pronto creo que necesito aprender a respirar... a sentir... a ser...



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¡Gracias gente chida! Mi mes de cumpleaños está cerrando con ímpetu y mucho gusto al sentirme rodeada de amor proveniente de gente que es hermosa y sensible, ante eso no hay mejor regalo. Los abrazo desde mi lugar, puesto que por más incómodo que sea está lleno de cariño.

miércoles, 11 de junio de 2008

Cumpleaños, Toronto... y mis tripas...

La semana pasada cumplí 34 años. Celebré mi cumpleaños con la mayor de las alegrías extendiendo la fiesta desde el miércoles 4 hasta el domingo 8, cuya cereza sobre el pastel se dio el sábado en un desayuno "íntimo" que tuve a bien tener en mi café preferido. Debo decir que a pesar de que la gripa me atacó, la tos me noqueó y mis dolores internos no han sanado (por el contrario) , me decidí a pasar un cumpleaños inolvidable. La verdad es que mis amigas y amigos, mi novio y mi mamá fueron responsables de que mi objetivo de ser plenamente feliz en la celebración de mis 34 primaveras fuera un éxito mayor a lo que imaginaba. Sentí muy dentro todo el amor que me rodea... me sorprendí al principio porque he de decir que a veces no sé por qué soy tan afortunada al encontrar gente que me ame, sin embargo esta experiencia me sirvió como lección de vida para darme cuenta de que el amor que recibo no es gratuito, aunque sí desinteresado, y también notar que el amor que doy llega a los corazones de la gente. Amor, puedo decir que es sin duda el mejor de los regalos, el más grande aderezo y la fortaleza de este momento de mi vida.


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Los resultados de los ultrasonidos parecen decir que a nivel de vesícula, bazo, vías biliares, páncreas, y demás tripas del estilo me encuentro bien, lo cual me hace seguir sin comprender el dolor que me cargo de costado y los ardores internos que siento y que no me dejan en paz, ni siquiera como para poder concentrarme en mis clases o en mis actividades cotidianes laborales y extralaborales. Seguiré buscando... seguiré esperando un diagnóstico que me aclare mi situación actual.


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Por otro lado les platico que proyecto unas breves vacaciones. Desde hace 4 años no había planeado un viaje más y es justo decir que después de 8 años de viaje tras viaje notaba en mí una suerte de síndrome de abstinencia que me estaba acabando. Voy a Toronto por una semana. El motivo inicial lo guardo por el momento porque ahora tal vez no sea tan relevante ya como lo es el hecho en sí... que tendré un tiempo para mí en un lugar nuevo, diferente a lo que he visitado antes. Me encuentro muy feliz con ese plan y creo que allá sonreiré con tanta fuerza que me dolerán los cachetes, pero ese dolor sí me gustará... y mucho.